Una mujer que hizo historia!!!!

15 jun 2010

 

Hace unos pocos días partió de este mundo una mujer que hizo historia en su pueblo natal "Valledupar"... mi abuela, quien me enseño con su ejemplo que ser mama, empresaria y amiga podían ser una sola... El día de ayer en El Pilón, el periódico de Valledupar salio este hermoso homenaje el cual transcribo textualmente...


Un pequeño homenaje
Fecha 14 Junio 2010
MI COLUMNA
Por: Mary Daza Orozco

Cada vida que se va es un sol que se apaga, ¿irá a alumbrar a otros mundos o se sumirá en sobras de placidez para encontrar la luz perpetua y conjugar misterios al lado del Creador?
Dos vidas de nuestros más profundos afectos, apagaron sus lumbres y se fueron al infinito. Dos seres que dejaron dolor, pero a la vez una sonrisa que siempre aflorará al escuchar sus nombres, ¡qué grato es que lo recuerden a uno con una sonrisa!
Rosalba Pimienta de Barros, “La Chapa”, dueña de una vida llena de amor profundo a Dios, a su familia, a sus amigos, fue una mujer que tenía los pies bien asentados en la tierra, pero con nostalgia de cielo, y así combinó el manejo de su hogar con la constante cita espiritual.
Con su esposo Marcos Barros escribió una bonita e interesante página de la historia del Valledupar con sabor a pueblo, en el que todos se conocían y se contaban por miles las buenas personas; y digo de la historia porque el Teatro Caribe, que ellos crearon, es evocación de sueños, es anecdotario provinciano, es una herencia intangible que persistirá en la memoria; a la par, dieron ejemplo de un hogar sano, sencillo, en donde el respeto, el buen humor y la armonía fueron conjugados de manera envidiable.
Como vecinas que fuimos pude calibrar la reciedumbre de carácter con el que mantuvo su romántico batallón de hijos a quienes condujo por el camino expedito a ser las buenas personas que hoy son.
Inolvidable “Chapa”, la de las carcajadas infinitas, la de la voz recia como la de su padre, la de la ternura a flor de piel, la siempre arregladita, la del abrazo sincero, la de lágrimas que eran compañía en el dolor, la de chistes provincianos, la amiga, sí, la amiga, y eso lo resume todo.
Es una pena grande que ya no esté, pero es alegría para su familia y para quienes fuimos, en cualquier momento, cercanos a ella, que haya existido, que haya sido como fue, que nos diera el regalo invaluable de su bondad.
También nos dejó inesperadamente Julio Sierra Pimienta, para quien sólo hay un calificativo: señor. Señor en todo el periplo de su vida, en el amor, en la amistad, en el ejercicio de su profesión, en impartir justicia, en la parranda, en la alegría, en el dolor.
Hace muchos años lo conocí cuando era juez y desde entonces fue el buen amigo, mi padrino en un acto importante de mi vida, no lo olvidó nunca, me lo recordaba con respeto y entonces nos afectaba la nostalgia por esos tiempos.
De él, me comentó una jovencita que era su amiga: “¿sabes qué era lo más lindo de él?, que era prudente, respetuoso y nunca hablaba mal de nadie”.
Y otra dijo: “fue un gran lector no sólo de temas jurídicos sino de novelas, de todo, y las comentaba si uno le pedía que lo hiciera, no hacía alardes de lo que sabía, él era muy inteligente”.
Julio Sierra deja muchos amigos consternados, mayores y jóvenes, gente que calibró su vida de buena persona; deja el amor herido de pena; deja un rastro imborrable de rectitud.
Para estos dos seres generosos, entendiendo la generosidad como el saludo alegre, la sonrisa oportuna, el ejemplo de vida, la amistad a pesar de los años; generosidad que es como juntar el cielo con la tierra, la luz con la sombra, lo sencillo con lo elaborado, la vida con la muerte, sí, para ellos este pequeño homenaje. Paz a sus almas.

Tomado de El Pilon Junio 14 2010

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