Ana Bolena... una historia de traicion, seduccion y poder...

3 ene 2009

 

Enrique VIII conoció a Ana, cuando frecuentaba la casa de los Boleyn, como amante de la hermana mayor de ésta. Logró entablar con ella una relación más cercana, cuando, convertida en una bella mujercita, ocupó el cargo de dama de honor de su esposa Catalina. Enrique, se apasionó por la bella joven y la cortejó sin que ella accediera a sus requerimientos aduciendo que solo se le entregaría como esposa. Fue así como el rey decidido a conseguir a la esquiva joven, solicitando el divorcio a su mujer, pero ella se negó a concederlo. Entonces solicitó ante la Santa Sede la anulación de su matrimonio en 1527, con el pretexto de que Catalina había sido la viuda de su hermano Arturo y según la Santa Biblia no debiera haberse realizado.

Sin embargo, parecía como si el papa Clemente VII, en 1529 no estuviera cerca de conceder a Enrique una anulación. Parte del problema era que el emperador Carlos V, sobrino de Catalina de Aragón, había hecho prisionero a Clemente, condición que daba pocas probabilidades a la anulación de la tía del emperador. Además, la Iglesia, difícilmente podría permitirse contradecirse a sí misma con una anulación de un matrimonio, sin dar a sus enemigos más razones para ridiculizar su autoridad. Con la tensión política montada en el extranjero, la corte cayó en una confusión interna, colocando en duda la lealtad del cardenal Wolsey, quien estaba asignado a Londres, hacia los Bolena.

Convencida que Wolsey era un traidor, Ana Bolena mantuvo la presión hasta que fue despedido en 1529 Entonces, el cardenal le pidió que le ayudara a volver al poder, pero ella se negó. Él, para vengarse decidió comenzar un complot secreto para forzar a Ana al exilio e inició contactos con la reina Catalina y el Papa, a tal efecto, pero, este complot fue descubierto y Enrique ordenó la detención de Wolsey y de no haber sido por su muerte a causa de una enfermedad terminal en 1530, podría haber sido ejecutado por traición. Un año más tarde, la reina Catalina fue desterrada de la corte y sus antiguos aposentos entregados a Ana.

Con Wolsey muerto, Ana Bolena se convirtió en la persona más poderosa de la corte. Tenía un considerable poder sobre nombramientos del gobierno y asuntos políticos. Su exasperación con la respuesta negativa del Vaticano de hacerla reina también la persuadió a promover una nueva alternativa a Enrique. Sugirió que él debería seguir el consejo de radicales religiosos como William Tyndale, que negó la Autoridad Papal y creía que el monarca debería conducir la Iglesia. Cuando William Warham, conservador Arzobispo de Canterbury, murió, Bolena designó al capellán de su familia —Thomas Cranmer— para el puesto vacante. También apoyó la subida del radical Thomas Cromwell, que se convirtió en el nuevo consejero favorito del rey y se formó la Iglesia Anglicana.

Durante este período, Bolena también desempeñó un enorme papel en la posición internacional de Inglaterra solidificando una alianza con Francia. Preparó una conferencia internacional en Calais en el invierno de 1532, en la cual Enrique esperaba ganar el apoyo de Francisco I de Francia para su nuevo matrimonio.

Antes de ir a Calais, Enrique le otorgó a Ana el marquesado de Pembroke, convirtiéndola en la primera plebeya inglesa conocida en convertirse en noble, por la creación, en lugar de por herencia. La familia de Ana también sacó partido de la relación; su padre, ya vizconde Rochford, fue nombrado el conde de Wiltshire. Gracias a la intervención de Ana, su enviudada hermana María recibió una pensión anual y el hijo de María, Henry Carey, recibió su educación en un prestigioso monasterio Cisterciense.

Ana Bolena fue así, coronada como reina de Inglaterra. Generando una situación ambigua: cuando la nueva soberana pasaba en su carruaje por las calles, la mayoría de la gente del pueblo le profería una serie de insultos y abucheos, mientras gritaban a favor de Catalina, reemplazada por ella e injustamente recluida en un sombrío castillo.

Llegó entonces, el día del esperado nacimiento del heredero, que para desilusión del rey y congoja de la reina, fue una robusta niña a la que se dio el nombre de Isabel (sobre quien nos referiremos en otro post). Detrás de este inesperado nacimiento, los lazos del reciente matrimonio se deterioraron, la ruptura final devino tras un nuevo embarazo, donde la reina dio a luz un niño muerto. La frustrada búsqueda de un heredero varón pareció “un castigo de Dios” ya que se produjo casi conjuntamente con la muerte de Catalina de Aragón. Sumado a ello, el Papa había excomulgado a Enrique y Ana.

Con estos sucesos, Ana fue acusada de adulterio por parte de Enrique fue juzgada y condenada ella y sus supuestos amantes quienes fueron decapitados un día antes que Ana –cuya cabeza cayó en el cadalso, cercenada por un hachazo–. Aún hoy corre la leyenda de que el fantasma decapitado de la reina se aparece en la capilla de San Pedro, situada en la Torre londinense.

Al día siguiente, Enrique VIII, vestido lujosamente de inmaculado blanco, se casaba con su tercera esposa, Juana Seymour. La reina inmolada fue llamada "Ana de los mil días”, duración de su reinado.



2 comentarios:

Mar Romera dijo...

Ainsss. He seguido y te recomiendo la serie de "Los Tudor" que aqui han emitido a través del canal satélite. Seguramente la podrás bajar ya del emule...
Muy buena, interesante y con un buen reparto.

Un besito y feliz entrada de año...

Anónimo dijo...

Tu blog es oportuno, creativo, entrañable. Gracias por compartir.